(Publicado el 1/12/2017)
El pasado 19 de Noviembre asistí al curso de Tuishou del maestro Gianfranco Pace fundador de la I.T.K.A, la escuela maravillosa que actualmente me está ayudando a avanzar en el camino del Taichi.
Primero practicamos unos ejercicios de Chikung espontáneo para desarrollar la correcta sensibilidad interna que nos permita conectar el cuerpo y mantenerlo relajado, natural y abierto, de manera que podamos movernos según el fluir del Chi (energía interna, fuerza espiritual) y no según lo externo. También trabajamos la generación de espirales que se extienden desde el centro, además de ejercicios que desarrollan la no intención (de ganar o perder) con visualizaciones del diferente fluir del agua en la naturaleza, que generan un tipo de movimiento propicio para la práctica de los Tuishous.
Luego durante la práctica de los ejercicios en parejas, nos enseñó herramientas para detectar cuando estamos utilizando la fuerza externa y cuando la interna. Ejercicios para absorber el Chi del compañero, para desviarlo y para devolvérselo. La correcta defensa sin defender, el correcto ataque sin atacar. El lago no se asusta ni repele al barco cuando este entra en el agua, lo asimila. Porque podemos ser, el lago, el río, la ola, la cascada…Ser la fuerza del agua que mueve al barquito que es el compañero. No personas enfrentadas que se empujan o se estiran pretendiendo ser mejores los unos de los otros.
Gianfranco continuamente nos mostraba que la manera de practicar Tuishous es similar a cuando realizamos la Forma, sólo que con un nivel mayor de dificultad, ya que además de sentir nuestro centro y fluir interno y expresarlo afuera, tenemos que sentir además el de la otra persona y el de la suma de ambos. Porque como dice nuestro maestro de la I.T.K.A en España, Luciano Vida, una vez nos juntamos el sentir se expande más allá, nuestra percepción se amplia, y las fronteras donde acaba uno y donde empieza la otra persona se difuminan o incluso llegan a desaparecer.
El maestro Pace durante todo el fin de semana insistió mucho en que el movimiento debía fluir desde el centro, que no debíamos pensar en qué movimiento íbamos a hacer a continuación, sino escuchar ese fluir del Chi y seguirlo para que el movimiento surja naturalmente del interior, en vez de ser algo artificial y externo, o sea lo que se conoce como “arte sin artificio”. De esta manera estaremos practicando Taichi y no haciendo una mera imitación de sus movimientos, porque no hay que confundir hacer la Forma con practicar Taichi.
Y durante estos días, en las clases regulares, Luciano ha continuado insistiéndonos en todo esto; Y en especial nos hizo esta terrorífica reflexión, que me conmocionó profundamente: Podemos estar practicando Taichi 30 años sin ser conscientes de que lo que estamos haciendo no es Taichi.
¡Muchas gracias maestros Pace y Vida!
Ana M. (common rights)